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lunes, 10 de octubre de 2011

CASTILLOS...Bélmez

Cuál niña con zapatos nuevos que estrena para ir a la iglesia el domingo, me dirigí ayer no muy de mañana todo sea dicho (dicen por ahí que los fines de semana no se madruga) a Bélmez, a unos 70 kilómetros de Córdoba, dirección Badajoz. Históricamente minero y actualmente empobrecido, este pueblo ha aguantado estoicamente el decaimiento de la industria del carbón sin encontrar aún otro sector que lo sustituya, aunque todavía no ha caído del todo en el olvido gracias a que alberga la Escuela Universitaria Politécnica, antes llamada "Escuela Práctica de Obreros Mineros" y, como no, por estar coronado por un fastuoso castillo.

Los orígenes de Bélmez se remontan al Neolítico, pero no será hasta mediados del siglos XIII cuando Fernando III (el Santo le llamaban) conquiste el pueblo a los musulmanes y se tengan las primeras noticias del castillo, aunque los restos conservados, la muralla y la torre, son del siglo XV. El orgullo que los belmezanos profesan hoy día por su espectacular monumento es inversamente proporcional al que sentían allá por los años 60 del siglo XIX, cuando la dominación francesa hizo pasar al pueblo los peores años de su existencia, y en desagravio a su padecimiento cometieron el error de arremeter contra los muros de la fortaleza, causándole daños irreparables.

Víctima del olvido durante décadas, hoy día puede verse cómo han intentado rescatar el castillo de entre los escombros, no muy acertadamente como puede verse en el interior de la torre, donde han intentado "restaurar" la bóveda que la cubría a base de ladrillo de obra, realizando una chapuza propia del mismísimo Pepe Gotera; pero ni qué decir tiene que por lo menos alguien (el Ayuntamiento belmezano sospecho) ha mostrado su preocupación por recuperar parte del edificio y sobre todo por no permitir que siguiese desmoronándose día tras día ante la pasividad de las administraciones, que tan solo han puesto a esta magnifica construcción civil bajo la protección de la Declaración genérica del Decreto de 22 de abril de 1949, y la Ley 16/1985 sobre el Patrimonio Histórico Español, es decir, lo más básico de lo básico en cuanto a protección del Patrimonio Cultural español se refiere... me voy a ahorrar los improperios.

El recinto conserva la puerta de acceso típica musulmana, acodada o en zig-zag, que permitía un mayor control defensivo de la entrada al interior de la muralla, y que se completaba con una torre albarrana. La muralla estaba bien protegida por seis torres semicilíndricas que completaban el perímetro rocoso y escarpado del terreno, haciendo el bastión prácticamente inexpugnable. En el patio de armas todavía se conserva un aljibe, del que pude comprobar que todavía mantiene su funcionalidad, y encaramada en su techo, que hacía las veces de suelo de un segundo nivel en altura, me sentí sobrecogida por las vistas espectáculares que debieron disfrutar los antiguos moradores del castillo.

Como en otras ocasiones, acabo maravillada de la huella que la Historia ha dejado en nuestro entorno para que la rememoremos, aunque tengamos que realizar un esfuerzo atlético al que no estamos acostumbrados y subir varios metros una pendiente escalonada que parecía no tener fín.



Pero también como en otras ocasiones, me queda el sabor agridulce de comprobar que todavía estamos a años luz de tener una puesta en valor de nuestros monumentos acorde a su ilustre historia y que pocos somos los que nos preocupamos por conocerlos y disfrutarlos, cosa que no entiendo porque yo me siento una privilegiada cada vez que pongo un pie en ellos... qué pena...

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