Me quedo siempre con ganas de decir lo que realmente siento y de hacer lo que verdaderamente quiero, porque se que haría daño a más de uno, sorprendería a la gran mayoría y escandalizaría a todos, y eso teniendo en cuenta que yo no soy más rara que nadie y que muchos de los que se escandalizarían han sentido o sienten lo mismo que yo...pero estamos en la cultura de la hipocresía, en la que hay que mostrarse de tal o cual manera dependiendo del sitio y de las circunstancias, y para no desentonar y seguir en mi anonimato tengo que frenar, a veces, el barullo de sensaciones, sentimientos e ideas que se me agolpan en la punta de la lengua.
Y es sencillamente agotador este esfuerzo antinatural de pretender coartarnos a nosotros mismos por clichés y roles externos que no afectan, o al menos no deberían, a nuestro yo interior. Me agota y me irrita el no poder hacer uso de eso que llaman libertad, para exorcizarme de mi misma a través de una palabra o de un gesto, a veces dulce, a veces ácido, y quitarme el peso que en ocasiones tengo sobre mi cabeza...
Pero tampoco va a a ser en esta ocasión y me vuelvo a quedar con las ganas de hacer y decir...
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